Ayer hice las compras de víveres, y tal como lo intuí, los gustos alimenticios de Anny son particulares, difíciles de adivinar. Nos trajimos lo que consideramos muy necesario durante el trayecto y lo que pudieramos usar al establecernos en el patio de la casa del padre de Edgardo. Edgardo, vecino del barrio Carlos Bonilla, nos hizo este enlace tan oportuno, porque va a a significar que no haremos inversión en alojamiento, si acaso la retribución no será tan onerosa. Es por eso que llevamos carpa y reverbero. Imagino establecidos allí, en el patio, como en un campamento, resolviendo los asuntos alimenticios en los breves instantes que necesitemos estar porque será mucho lo que tendremos que recorrer en Santa Elena y sus alrededores.

Aqui tenemos la primicia de estos dias: la recién llegada Valentina. Es la hija de Simplicio, quien muy orgulloso compartió esta foto por facebook. Apenas tres o cuatro días de nacida. Sé que él, al irse con nosotros, arrastrará cierta nostalgia por lo que estará dejando temporalmente. Me sucede algo similar, pero de otras características. Me puse a hojear un libro de mi hijo Cherry, "El sueño del Celta", de Vargas Llosa, y de la exploración inicial me adentré a leer seriamente esta obra de más de 500 páginas. Ya se sabe: dedicarse a una novela de estas dimensiones requiere de cierta disciplina, lo que incluye tiempo libre para atender la lectura de manera coherente, de principio a fin. No creo que me lleve el libro, pero para lo que he leído hasta ahora, siento que habré perdido todo lo avanzado, además que es una novela que "atrapa", sigo con mucho esmero la trama capítulo por capítulo. No sé qué hacer, si llevarlo conmigo o recomenzar la lectura al volver. No sé.
Ismerda me pregunta cuándo voy a hacer las maletas... yo no llevo maletas, apenas el morral ecuatoriano que me trajo mi compadre Orlando desde Quito, y un bolso pequeño para cargar libros. Yo no llevo ropa, apenas la que llevo puesta. Con este mono y franela blancos, y zapatos deportivos del mismo color mo conformo. Pero ella ya tomó su determinación, me va a comprar bluyines y quien sabe qué otra cosa más. Yo prefiero ocupar el espacio del morral con la cámara, una libreta, un paño, cepillo, crema, jabon y lo poco que quepa. En el bolso me llevaré los libros, que son varios, de cuentos cortos y poemas, lo óptimo para este tipo de viajes. Pero creo que tendré que cargar con una maleta, lo que no me gusta, pero no tengo escapatoria...
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